domingo, 18 de agosto de 2013

Novela { 3 }

Capítulo III

"Matar a sangre fría"


Lena corre a lo largo del estrecho corredor, no piensa ir a la guerra, no piensa entrenar. Dos fornidos hombres corren tras ella, pero sus blancas e impolutas batas de laboratorio son un estorbo, es una gran ventaja para Lena. Sus músculos aun están entumecidos y cada paso es un suplicio para ella, pero es mejor soportar ese dolor físico antes que el psicológico. Mejor no poder andar, que vivir con traumas el resto de su vida. Su respiración es cada vez más cansada. Dieciocho años de letargo pasan factura. Ni sus músculos,  ni sus pulmones están preparados  para tal esfuerzo. Pero los de sus perseguidores tampoco lo están.

La joven no puede ni con su alma, pero debe seguir, algo en su subconsciente se lo ordena. El pasillo es casi tan blanco como las batas de sus antiguos perseguidores, los ha conseguido despistar. Se podría tomar un pequeño descanso, aunque sería muy mala idea. Este lugar debe estar poblado de cámaras, nunca podrá estar tan vigilada.  Hay demasiado silencio en el interminable corredor y eso le da muy mala espina. El silencio nunca es bueno. Ha estado toda su vida rodeada de silencio, en esa especie de incubadora. 

Ante los ojos de la chica se presenta un dilema,  izquierda o derecha. Puede que sea un caso de vida o muerte,  de la libertad al confinamiento que ahora mismo es su mente, no puede pensar con claridad y un punzante dolor recorre todo su cuerpo. En cuestión de segundo se encuentra en el suelo con los ojos poblados de lágrimas.  La han pillado. Irá a la guerra.

- Ya eres nuestra - susurra una voz ronca y desagradable al oído.


Otro pinchazo, este mucho más real, le obliga a abrir sus cansados ojos llenos de molestas y amarillentas legañas. Tres borrosas figuras se ciernen ante ella, frente a la cama en cual dormitaba. A medida que abre los ojos y parpadea varias veces las desdibujadas figuras se vuelven más nítidas. Logra diferenciar a tres muchachas de su edad, todas con la misma ropa que ella viste. Se detiene un momento  observarlas.

Todas con sus diferentes y coloridos cabellos bien recogidos. Sin ningún pelo fuera de su lugar, probablemente para no estorbar. Con la misma complexión.  Espalda ancha y sus musculosos brazos bien definidos, no como los suyos.

- ¿Quien eres? - pregunta la que tiene su castaño cabello recogido en un tirante moño.

- No seas brusca - le espeta otra joven, mientras se sienta junto a Lena.

- Siento el querer saber que hace una sucia desconocida sobre mi cama - se burla la aludida.

- ¿Por qué eres tan borde?

- Es tu trato especial, Idoia. - dice con una sonrisa triunfal.

- Eres una amargada - susurra con la que está sentada con voz inaudible.

Lena se aparta de la chica que se sienta a su lado y que la mira atentamente con sus profundos ojos marrones buscando cualquier atisbo de gratitud por haberla defendido. La que es para todas una desconocida se siente incómodo. ¿Y quién no en su situación?  La pelirroja  parece callada. Lanza hacia Lena furtivas miradas de complicidad. El comportamiento de las nuevas compañeras de la joven no es normal. Aunque ella tampoco es que sea común y no es que haya dado una buena impresión, sentada en una cama que no es suya, seguramente con su cabello completamente revuelto y mirando al infinito con las manos y los pies ensangrentados. Nadie se fiaría de ella. Además, su sueño la ha asustado y esas tres caras desconocidas la abruman un poco. Solo quiere desaparecer, que la tierra la trague.

 Esconde el rostro tras sus manos bajo la atenta mirada de la pelirroja y repara en que las tiene ensangrentadas. El color escarlata que cubre sus manos llama su atención, aún está húmeda y bajo la luz que ilumina toda la habitación la sangre brilla tentadora. Parece que el rojo intenso de su sangre la hipnotiza. Oye un chasquido y su cerebro queda totalmente en blanco. Ni un solo pensamiento cruza su cabeza. Sin mover un solo músculo,  mirando sus manos manchadas de ese rojizo líquido que es su sangre. Una palabra, como si a fuego estuviese gravada, surca su mente; Matar. Matar a sangre fría, sin que nada se lo impida.

Como si un ser invisible le ordenase y ella no fuera más que un peón en una partida de ajedrez, actúa. Alza sus pegajosas manos al cálido cuello de la joven que está sentada a su lado. Con el único objetivo de acabar con ella agarra su cuello atrapando sin querer finos caballos rubios que se le enredan en los dedos haciéndole pequeñas rozaduras que no parece sentir. Aprieta con sus largos y delgados dedos de pintor, que no están hechos para sujetar armas, sino un fino pincel del número dos para acabar con los pequeños detalles en un magnífico cuadro lleno de sentimientos.

La joven del castaño pelo recogido se abalanza sobre la desconocida atacante de su compañera. Puede que no la aguante,  pero no debe permitir que la maten. Los fuertes aunque escuálidos brazos de la recién llegada no se mueven. Mantiene sus dedos firmes. Agarra el cuello de su amiga lo suficientemente fuerte como para no dejarla respirar. La muchacha que tan frágil parecía se ha convertido ante sus ojos en una auténtica máquina de matar. Nadie creería que es una novata al igual que ellas, sus movimientos al atacar a su compañera fueron firmes y seguros. Algo digno de admiración,  si no estuviera atacando a una compañera.

- ¡Pide ayuda! - exclama aun intentando apartar las manos de Lena del cuello de la rubia -. ¡No te quedes ahí,  como un pasmarote!

La aludida sale corriendo de la habitación,  siente curiosidad por saber que le pasa a la nueva. No aprecia mucho a la rubita, pero no es como para echarse a su cuello e intentar matarla. Corre escaleras abajo en busca de la primera habitación. Solo lleva dos días en el quinto bloque, pero sabe que el único que la ayudara descansa entre esas cuatro grises paredes. Tras dos resbalones que podrían haberle costado dolorosos esguinces llega a la puerta, que abre sin reparo. Adiós a la educación, este podría ser, de hecho, es, un caso de vida o muerte.

Busca con la mirada a sus dos amigos en la pequeña habitación para tan solo dos personas. Nadie sabe porque es tan pequeña, ya que en las demás habitaciones comparten las cuatro paredes entre cinco y, en su caso, ya que la nueva a llegado, seis personas.

No puede perder tiempo, nunca había pensado que necesitaría a su a veces irritante amigo de brillante pelo rojizo con tanta urgencia. Si no los encuentra habría perdido un valioso tiempo que no podrá recuperar.

- ¡Tu dí que sí, Marina! - exclama el pelirrojo joven con el gris y triste uniforme que todos llevan que con tanta urgencia busca. -. ¿Para que existen las puertas?

- No tengo tiempo para bromas, Alejandro. - dice entre jadeos - Corred, necesito vuestra ayuda.

- ¿La mía también?  - pregunta un muchacho fornido de ojos marrones que ya lleva puesto el pijama -. Quería dormir ya.

- Es cuestión de vida o muerte - suplica Marina.

No se toman mucho tiempo para deliberar, no conocen mucho a Marina, pero saben que no es de las chicas que exageran por cualquier tontería. Además, su pelirroja amiga dice que es de vida o muerte. Así que con increíble sincronía asienten a la vez dando a entender que, aunque dudosos, la siguen. El grupo de tres personas salen de la habitación y corren escaleras arriba. Los dos muchachos algo confundidos, su compañera no suele ser tan directa, y Marina algo preocupada. No quiere pensar que pasaría si llegase tarde. Ha bajado rápido, todo lo rápido que sus entumecidas piernas, gracias al exhaustivo entrenamiento, le han permitido.

Cuando los dos muchachos, guiados por Marina, llegan a la quinta planta y oyen unos gritos ahogados, señal de que su rubia amiga podría seguir con vida. Cuando la chica abre la puerta los muchachos ahogan un grito de sorpresa. Dos personas se baten en una especie de duelo en el suelo, mientras otra lucha por intentar mantener la respiración. Sin dudarlo Marina corre a socorrer a su compañera con problemas respiratorios. Mientras que la pareja de jóvenes intentan separar a las dos castañas muchachas que pelean. Alejandro intenta agarrar a la que está sobre la que puede reconocer como su amiga recibiendo un fuerte puñetazo en la nariz. No reconoce  a quien le ha dado, pero su fuerza es descomunal para un cuerpo tan delgado. No hay que juzgar  un libro por la portada.

Lena agarra el cuello de su contrincante con la mirada perdida. Algo dentro de ella lucha por salir y su mente comienza poco a poco a volver a la normalidad. Quiere soltar el cuello de esa chica, pero su aparato locomotor no responde. Quiere pedirle perdón al joven que ha pegado pero sus cuerdas vocales tampoco están por la labor. Quiere, pero no puede. Lo único que puede hacer es sentirse confundida, y toda esa confusión la marea. Hace que pierda sus fuerzas y que pare de apretar tanto, pero su cuerpo sigue sin responder, sigue actuando por si solo.

La joven que esta en el suelo percibe que el agarre de su cuello se afloja y que su rostro se suaviza haciéndola parecer la chica de hace solo unos pocos minutos, ella esta perdiendo fuerza y su combatiente también. En ningún  momento la ha agarrado lo bastante fuerte como para impedir que respire, pero si para tenerla inmovilizada, bajo su merced.

- Suéltala - ordena entre dientes Alejandro mientras agarra a Lena de los hombros intentando separarlas.

- Vamos - susurra el de los ojos marrones agarrándola de la cintura.

Lena siente como la intentan separar, ella quiere hacerlo, pero no puede. No quiere hacer daño a nadie. Solo quiere irse de allí. Lágrimas asoman en sus ojos deseando salir, deseando demostrar que ella no es así,  que tiene sentimientos.
Las lagrimas comienzan a descender por sus pómulos, surcando su cansado rostro. Las lagrimas caen, solo lágrimas.  No solloza, ni moquea. Simplemente caen lágrimas de sus cansados ojos que van cobrando vida poco a poco y a su vez sus articulaciones y sus músculos comienzan a responder, dándole al fin el mando. Sonríe soltando el cuello de  chica sobre la que se sienta. Aun sonriendo se desploma en el suelo creando un ruido seco.

- ¿Que ha pasado? - pregunta Marina mirando horrorizada a Lena.

- ¿Quien sabe? - responde Alejandro con otra pregunta.

*  *  *







4 comentarios:

  1. Voy a cortar cabezas por ahi :))) Me has hecho esperar tanto para un capitulo acin de corto. Esto no puede ser asi no más, no puede ser acin

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  2. Ays, me encanta tu novela, en serio, es tan distinta a lo típico, que lo típico no está mal, pero bueno, que me encanta la novela, escribes super bien, sigue así, me pasaré de vez en cuando y cuando pueda te comentaré, besis ;3

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    1. Jo :') Muchas gracias. Yo te voy a comentar a ti porque me emcanta tu novela y ahora no tengo un patata-movil. \o/

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