sábado, 7 de septiembre de 2013

Novela { 4 }

Capítulo IV

" Lo juro "


La respiración de la joven se ralentiza hasta por inspirar y espirar al ritmo de su latente corazón,  al lento compás,  como si de un baile de salón tratase. Un latido es señal para expulsar el oxígeno que entró por su nariz al compás de otro. Respira. Aun con los ojos cerrados y tirada en el frío y duro suelo. Sonriendo,  tal y como cayó rendida. Susurrantes palabras se cuelan en su oídos. Palabras que se clavan en su cabeza, cual clavos en una pared con ayuda de un martillo. Palabras que le hacen sentir fuertes y desagradables pinchazos en sus sienes, pero que no hacen efecto en su respiración,  el dolor no le impide seguir coordinando su regular respiración y los fuertes e incesantes latidos de su consumido corazón.  Consumido, negro y oscuro corazón.  Lena no sabe como llegó a actuar así,  el contacto visual con su roja sangre la enloqueció.  Le hizo perder la cabeza. La obligo a actuar como una máquina de matar. Provocó que su cansado cuerpo no la obedeciese, que actuase con su propia libertad.  Sin duda; no es una buena forma de comenzar el un nuevo lugar.

- Esto es demasiado - susurra una voz con un toque de reproche -. ¡Podría habernos matado!

- No podemos decírselo a nadie - niega otra, masculina, aunque algo aguda.

- A ti no te ha intentado matar - sentencia una voz femenina y ronca. La voz de una de las chicas que la muchacha intentó ahogar con sus propias manos.

Un incómodo silencio se apodera de la sala, algo que Lena agradece. Aunque el silencio absoluto es un mito, algo imposible. Siempre habrá algún ruido. Esos reproches susurrantes que ya cesaron, al menos por un momento, le provocaban migrañas. Bueno, también la embargaban de culpabilidad.  Ese sentimiento la corroe desde el instante que cayó al suelo y se quedó allí,  como un ser inerte y sin vida, pero atenta a cada palabra o movimiento a su alrededor. Cayó,  pero era consciente de todo lo que pasaba y de  todo lo que sobre ella decían.  Llevan un tiempo discutiendo sobre qué hacer con ella. Les a pasado por la cabeza incluso atarla para que sea inofensiva. ¡Vaya ocurrencia!  Aunque, pensándolo bien, tampoco es mala idea.

- Es una maldita máquina de matar -  comenta otra voz masculina,  aunque algo más grave y con tono socarrón.

- Yo seria incapaz de abalanzarme así, sobre alguien - afirma admirada otra vez la voz femenina causado las risa de todos.

- Bueno, Idoia - se burla la voz socarrona -. Es que tu eres pacifista ¿me equivoco?

- ¡Que sea pacifista no es motivo de broma! - exclama la voz ronca de la aludida -. Aunque nos hayamos criado en unas incubadoras no significa que cada uno no tenga su propia personalidad,  Jon.

-  Da igual la personalidad que tengas, al fin y al cabo morirás junto a todos en la guerra - susurra mordaz el muchacho.

Nadie había pensado en ello. Van luchar, a defender un país del que no saben casi nada. Solo lo que les cuentan en las interminables charlas. Lo más probable es que todo lo que les pintan es sucia mentira. Más allá del Área 21, seguramente tendrán otra cosa entendida.  Lo que a ellos les cuentan, más allá del Área 21 serán blasfemias. Invenciones.  Engaños. Pocas personas sabrán la verdad; y ellos no están en ese grupo.

- Yo voto, por decírselo a Aritz - sentencia el tal Jon sin ningún atisbo de burla; sino con seriedad - ¿Qué podríamos perder?

- Claro, el la trajo aquí - dice con voz queda Idoia -. Puede que sepa por qué ha actuado así.


Lena no quiere que llamen al Cabo Primero. Si Aritz se entera, se lo comunicará en cuestión de segundos a su superior. Marcos. Si el se entera de eso el orgullo de la joven rozará, sin duda, el subsuelo o tal vez al fin se gane su respeto.

Haciendo acopio de todas su fuerzas mueve sus entumecidas extremidades. Apoya los codos en el duro suelo y se levanta provocando un leve mareo que la aturde durante un momento. Hace un casi inaudible carraspeo para llamar la atención de sus compañeros. No quiere parecer agresiva, ni tampoco débil. Aunque lo último ya queda bastante claro. Débil no es. Sin duda cualquier novata no habría sido capaz de hacer tal proeza. Tal vez pareciendo fuerte la dejen en paz, que no la molesten. Cinco pares de ojos se posan en ella. La  miran con desprecio, miedo y repulsión.  Pero al menos la miran, que es lo que, al fin y al cabo, ella quiere. Todos en la sala, a excepción de Lena, adoptan una posición defensiva. Calculan el más mínimo movimiento, listos para atacar.

- No, no se lo digáis a Aritz - suplica -. Yo no soy así. No se qué me pasó,  no miento. Ya se que no me conocéis.  Pero, tened fe. Ponerme  a prueba, pero creed en mi. Yo no soy así. Estoy confundida. Solo recuerdo haberme despertado sin saber quien era y sin el menor atisbo de recuperar la memoria.  Luego me entero de que voy a entrenar para así poder participar en una absurda guerra.  Y después ese sueño, era tan real. - su voz se vuelve un temeroso susurro, quedo, casi inaudible - Ellos me atraparon y...y...y perdí las ganas de vivir, incluso en el sueño.

- Tranquilizante - le pide el pelirrojo - por favor.

- No, no puedo tranquilizarme. El mismo color rojo de mi sangre me hipnotizó, me dejo en una especie de trance -. Suspira -. Yo no actuaba conscientemente,  lo juro.

- ¿Que será lo siguiente? ¿Que era una novatada? - se burla por enésima vez la del pelo recogido en un tirante. Haciendo su rostro frío y rígido. Ahora varios mechones descienden por su frente tapando su mirada dura y sin compasión.  Tapando su mirada calculadora -. ¿Ante qué juras? ¿Ante Dios?

Nadie ríe ante la broma, sino, miradas cómplices que se posan en Lena. Miradas que taladran su mente. La joven siente impotencia. Lágrimas asoman en los ojos de la muchacha, nublando su vista. Poco a poco las lágrimas se abren camino surcando el rostro de Lena. Haciéndola parecer frágil y débil.  Y toda  la repulsión desaparece de los ojos de cada uno de los miembros del grupo que había en la habitación, siendo remplazados por lástima,  lástima hacia la nueva.

- No es ninguna broma - logra articular entre quejidos.

Unos sendos brazos cubren a Lena, abrazándola  por la espalda. Siendo acunada como un bebe. Respirando, una vez más al mismo tiempo que unos relajados latidos, como un recién nacido junto a corazón de su madre; solo que no de su corazón. Sintiéndose así reconfortada.

- Esto si que es empezar con buen pie - susurra el pelirrojo, que la acuna en sus brazos intentando calmarla.



2 comentarios:

  1. ¡a que esperas para seguir! Un dos, un dos. No me dejes con la intriga

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  2. ¡Hola hola! Te vengo ha comunicar que te he nominado a los Liebster Awards. Para más información visita mi blog.
    http://novelasparasonreirreiryllorar.blogspot.com.es/

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